Ante un síntoma que puede alertar de algo grave, hay quien prefiere “esperar un rato a ver si se le pasa” en lugar de acudir con premura a un centro de salud. Sin embargo, en ciertas situaciones conviene más picar adelante que atenerse a las consecuencias. He aquí algunos elementos que permiten discernir cuándo trasladarse enseguida, bien por medios propios o solicitando una ambulancia.
No sé si esto es una emergencia, ¿qué hago? Es fácil que el pánico tome las riendas de la situación cuando se trata de un ser querido y no sepa discernir qué tan urgente debe ser el traslado. En ese caso, llame a un médico de confianza –o pídale a alguien que lo haga– y enumérele rápidamente los síntomas para que él pueda ayudarle a tomar una decisión. Incluso si ya viene la ambulancia, pídale orientación para mantener al paciente estable. Es posible, por ejemplo, que si se trata de una hemorragia intensa le recomienden aplicar presión sobre la herida con una tela limpia, o que le indiquen cómo ayudar con una reacción alérgica de cuidado. Esos primeros auxilios pueden ser de gran ayuda.
¿La persona está inconsciente? Si la víctima perdió el conocimiento y no despierta, cabe pensar en un coma diabético, un accidente cerebrovascular, una sobredosis o un traumatismo fuerte en la cabeza. Todas estas, en efecto, son situaciones en las que es recomendable un traslado adecuado por parte de personal profesional que sepa qué hacer, pues el cuadro puede complicarse rápidamente.
¿Es peligroso moverla? Cuando alguien ha sufrido un accidente con múltiples traumatismos y presenta fracturas importantes es preferible llamar a una ambulancia que transportarla por medios propios, pues el personal paramédico cuenta con los conocimientos e implementos para trasladarla sin empeorar las posibles lesiones. Es el caso de accidentes de moto o caídas muy aparatosas, por ejemplo. Es mejor dejar a la víctima inmóvil en el mismo lugar y pedirle que no intente levantarse, hasta que vengan por ella.
¿Qué hago si soy yo quien se siente mal? Si está solo, llame enseguida al familiar más cercano a su domicilio o a un vecino y explíquele lo que está sintiendo para que lo asistan a la brevedad posible. No intente manejar. Si nota que a cada minuto se siente peor, pida que lo trasladen enseguida; es preferible que sea un médico el que determine si todo fue una falsa alarma. A título preventivo, si está suscrito a un servicio privado de atención de emergencias, tenga el número guardado en su celular. Permita que un familiar o vecino tenga llaves auxiliares de su casa para casos de emergencia. Si vive con niños, enséñeles desde temprana edad cómo pedir ayuda y cómo dar su dirección.
¿La ambulancia va a tardar demasiado? Cuando se trata de problemas cardiacos o respiratorios, el traslado en ambulancia es ideal en el sentido de que contará con oxígeno y personal entrenado para brindar resucitación cardiopulmonar en caso de que la situación empeore con celeridad. No obstante, si el tráfico o la distancia hasta el centro asistencial más cercano dificultan el desplazamiento y las condiciones del paciente son relativamente estables –pero aun así necesita atención urgente– es mejor no esperar y llevarlo de inmediato por medios propios.
¿Qué tengo que decir? Es importante que al solicitar un traslado dé su nombre, el de la víctima y la dirección más detallada posible; que explique el suceso y enumere los síntomas y signos que el paciente está presentando y desde cuándo. Detalle las características del lugar en el que se encuentran –el segundo piso de una casa con escaleras de caracol, un barranco–, por si se requieren equipos especiales para sacarlo del lugar. También es muy importante que dé su teléfono, por si necesitan comunicarse con usted o impartirle instrucciones adicionales.
¿Qué hago mientras llega la ambulancia? Esté atento a la víctima para evitar que se haga daño y vigilar cualquier cambio importante, pues deberá notificarle las novedades al personal paramédico cuando llegue. Si sabe monitorear los signos vitales, hágales seguimiento y procure mantener a esa persona serena y consciente. Si alguien más le acompaña, pídale que despeje el camino de muebles y otros objetos hasta donde se encuentre el afectado y encierre temporalmente a las mascotas para que la entrada y salida del equipo asistencial sea lo más expedita posible; también pídale que espere afuera la llegada de la ambulancia para señalarle enseguida que ese es el lugar de la emergencia. De ser posible, haga una lista o meta en una bolsa todos los medicamentos de uso diario que la víctima toma para que el equipo médico se haga una idea de las condiciones habituales del paciente.
¿Qué no amerita un traslado con paramédicos? El sitio WebMD describe una serie de escenarios en los cuales no se requiere una ambulancia, como una mujer en etapas tempranas de trabajo de parto, un niño al que se le atascó un juguete en la nariz o una cortada en la mano que no esté sangrando profusamente. Son situaciones que requieren atención, pero que pueden resolverse sin mayores riesgos con traslados por cuenta propia, pues no ponen en riesgo la vida.